Los deportistas con discapacidad participan desde hace mucho tiempo en actividades ecuestres, ya sea como rehabilitación o como afición. La doma paralímpica, sin embargo, comenzó a desarrollarse en los años 70 y sus primeras competiciones se celebraron en Gran Bretaña y en los países escandinavos. Desde entonces, este deporte abierto a todas las discapacidades se ha expandido por el mundo, de forma que ahora se practica regularmente en más de 40 países.

 

En el programa de los Juegos Paralímpicos se disputan tres pruebas de doma: la de Equipos, formados por tres o cuatro jinetes; la Individual y la de Estilo Libre, en la cual cada deportista puede elegir los movimientos y la música. En todas ellas, jinete y caballo deben ir en armonía, generando una imagen de ligereza y ritmo.

 

Para calcular el resultado de la competición por Equipos se suman esta prueba y la Individual, aunque sólo se tienen en cuenta las puntuaciones de los tres mejores jinetes. Mediante este sistema, se obliga a todos los deportistas a participar en Equipos, aunque su país no cuente con suficientes representantes como para formar conjunto. Para conceder las medallas individuales, en cambio, se valoran tanto el propio ejercicio como el de Estilo Libre.

 

Los jinetes paralímpicos se agrupan en cinco grados según su discapacidad, en función de los cuales aumenta la complejidad de los movimientos a realizar.

Grado Ia: compiten aquellos deportistas con afectación severa de las cuatro extremidades y el tronco o de tres extremidades y el tronco. Normalmente son usuarios de silla de ruedas o caminan pero con una marcha inestable.

Grado Ib: También suelen utilizar silla de ruedas, aunque no es obligatorio que así sea. Son deportistas con afectación severa de tronco y menor de las cuatro extremidades; o con afectación de severa a moderada de tronco y miembros inferiores pero buen control de miembros superiores o ligera afectación; o con afectación moderada de tronco y severa de las cuatro extremidades.

Grado II: pueden ser usuarios de silla de ruedas, pero no es lo más común. Son deportistas con afectación de un hemicuerpo de manera severa; o con afectación moderada a ligera de tronco y miembros superiores y severa de miembros inferiores; o afectación severa a moderada de tronco y miembros superiores y moderada a ligera de inferiores.

Grado III: deportistas con afectación moderada de un hemicuerpo; o ligera afectación de las cuatro extremidades y el tronco; o afectación moderada de miembros inferiores; o afectación severa de un miembro inferior y moderada a ligera del otro; o afectación severa de ambos miembros superiores o los invidentes totales.

Grado IV: deportistas con afectación severa a moderada de una sola extremidad; o ligera de dos extremidades superiores o inferiores; o los invidentes parciales.

Este sistema de clasificación garantiza que se valoren los méritos y no la discapacidad del deportista en cada competición. Además, está permitido el uso de fustas, barras para conectar las riendas e incluso señales sonoras para los jinetes ciegos.

 

 

En 1984 se celebraron las primeras competiciones de hípica en unos Juegos Paralímpicos, aunque sólo se han celebrado de forma consecutiva desde Atlanta 1996.